Este es el nuevo nombre que el Gobierno ha escogido y que antes se denominaban medicamentos básicos o esenciales. Se propone normalizar los precios de 5 626 productos del cuadro básico que tiene que ver con enfermedades específicas y más comunes, que son prioritarios. Es conocido que el negocio de los fármacos es muy bueno por la demanda de los consumidores y pacientes que cada vez consumen más y más estos insumos para aliviar o curar sus males, especialmente los usuarios del IESS y de los servicios de salud del Estado que gastan buena parte de sus ingresos en la compra de medicinas, pues en estos hospitales la escasez es persistente y no abastece la demanda, teniendo que adquirir en farmacias privadas para no deteriorar su tratamiento, teniendo que pagar valores altos por ellos. El control de los precios es importante y más aún la calidad y eficacia de los mismos, pues de eso depende la curación de sus enfermedades, pues lo relativo a medicamentos genéricos no ha tenido la confianza de los usuarios que prefieren los de marca, porque supuestamente son mejores y más caros, sin embargo de que el principio activo de aquellos es el mismo y su precio mucho menor, pero no están seguros de sus efectos positivos. En este sentido el Instituto Nacional de Higiene tiene que garantizar sus fórmulas y eficacia al 100% y exigir las etiquetas con esta advertencia y el respectivo precio. La fijación de costos tiene que ser objetivo y práctico, capaz de satisfacer a usuarios y distribuidores de medicinas con justicia y responsabilidad social. Confiamos que en septiembre podamos sentirnos seguros y confiados de que las autoridades sanitarias hayan procedido de acuerdo a lo que el público exige.