Aquel que injuria a una mujer, de palabra o peor, de obra, no merece el nombre de hombre. Estos individuos ignorantes y machistas deberían acordarse de sus madres. Si no, otros se acordarán de ellas en mala forma. A estos se les cataloga como trogloditas u hombres de las cavernas, pero nadie ha comprobado que los cavernarios hayan hecho semejante atrocidad. Ellos también sabían que si existían, era porque tenían una madre y sabían también que provenían de estas mujeres sacrificadas y llenas de amor para ellos. Solo hombres de mente torcida pueden abusar con su mayor fuerza física y golpear a una mujer. Las leyes de los estados modernos deberían prestar mucha atención a estos sujetos perniciosos y retenerlos en lugares separados de la corriente social.
Esto afirmo a propósito de un comentario del articulista Dimitri Barreto, en la edición de este diario del 22 de agosto.
Los cobardes y energúmenos femicidas deberían conocer el dicho que a una mujer ni con el pétalo de una rosa se la debe tocar.
No hay que tolerar el machismo y el terrible femicidio debe ser visto con horror y castigado con el máximo de la pena. Los cobardes y abusivos femicidas no deben tener posibilidad de rebajas de penas y otros beneficios. La reclusión en una cárcel se impone.