La libertad de expresión, que secuestrada por la “ley Mordaza”, ha vuelto a existir en el Ecuador. ¡Aleluya! Todos los días nos desayunábamos con noticias que nos llenaban de pánico, y las dudas nos agobiaban inundándonos de incertidumbre como nunca sucediera en la historia del país; que nos parecía no haber esperanza y ahogándonos en un charco de angustias sin remedio.
Hoy en el Ecuador se respira aires de tranquilidad, que no tiene precio, después que viviéramos un verdadero viacrucis del camino desafortunado de los catorce años de corrupción, persecución e incapacidad de estos pésimos ciudadanos; ya no tiene sentido llamarlos correístas. Sometidos a los más inicuos experimentos en la adopción de medidas económicas, sociales, culturales, con posibles soluciones equivocadas, que empeoraron el buen vivir en comunidad. Y que el pueblo haya sido víctima del más cruel engaño demagógico por quienes llegaron al poder y se gozaron.
Enhorabuena señor Presidente Lasso, prestos estamos a colaborar sin estar invitados a la mesa. La historia que hoy se escribe es de esperanza, lo mal que la pasamos a quedado atrás, y nos obliga a mirar hacia un futuro libre y democrático, con oportunidades para todos dentro de una sociedad más justa y equitativa.
Los sueños de un pueblo, hasta ayer profanados, hoy, después del triunfo del encuentro han vuelto con pasión, y la celosa claridad de la libertad de madrugada entrar por la ventana, puerta o rendija de todos los ecuatorianos de bien, y que nos demanda defender con patriotismo en las próximas generaciones. Al país solo pueden sostenerlo quienes viven y creen en la democracia, y respetan el Estado de Derecho en libertad. ¡Así sea!