Transitar por las carreteras del país, hay que reconocerlo, resulta placentero y confortable, por las buenas condiciones de las vías, en su mayoría. Esto contrasta, indiscutiblemente con la permanente inobservancia, ya sea por negligencia o desconocimiento, sobre las leyes de Tránsito, que tan exuberantemente se han promulgado, siempre en nombre del ordenamiento del tránsito vehicular, para prevenir los constantes accidentes, que tantos muertos y heridos ocasionan.
A pesar de que cada vez la ley es más drástica y punitiva, ya sea con privación de la libertad o multas exorbitantes, en función del ingreso promedio de los ecuatorianos, los resultados estadísticamente son insatisfactorios, ya que los accidentes levemente han disminuido.
Cabe entonces preguntar ¿qué medidas más habría que adoptar? La respuesta es muy simple: por donde usted transite, va a encontrar conductores que incurren en contravenciones aparentemente simples, como conducir lentamente por la izquierda, rebasar por la derecha, no utilizar señales para virar, utilizan los pitos para agredir, no para prevenir, se estacionan en sitios prohibidos, rebasan en curvas.
¿Qué hacer para alcanzar resultados satisfactorios? No orientar el tema taxativamente a lo punitivo, sino que fundamentalmente redireccionarlo a una auténtica educación vial, a través de todos los medios de comunicación, emulando al tratamiento que se lo da, cuando de proselitismo político se trata, al no escatimar ningún recurso para saturarnos hasta la impertinencia y el atosigamiento.