Opinión de Liliana Touma de Bastidas, inspirada en su experiencia real.
Hace casi 14 meses mi hijo de 22 años falleció luego de ser atropellado por un irresponsable conductor en un callejón sin salida, como es la costumbre, el chofer huyó y luego se inculpó su anciano padre, otros casos utilizan mujeres embarazadas con la finalidad de no ir a la cárcel (de donde algunos nunca deberían salir). Pese a existir cinco testigos presenciales, cuatro de los cuales -bajo juramento- han señalado al verdadero culpable, el juicio -que ya va por su cuarta semana- sigue dilatándose por la manipulación de inescrupulosos abogados. El culpable y su padre, bajo el amparo de la Ley, no testificaron bajo juramento.
Jamás lograremos una Justicia efectiva si no se regulan las leyes para que se sancione a los mentalizadores de todas estas farsas, hay que eliminar de raíz a todos los abogados que hacen de verdaderos ‘cuervos’, especialmente en tránsito, los cuales se aprovechan del dolor y mientras las víctimas enterramos a nuestros seres queridos o les procuramos atención médica, estos acechan en los retenes policiales para ‘asesorar’ a infractores, y cuando los afectados inician cualquier acción,
ya se han comprado testigos, vulnerado informes y adulterado pruebas. Hay que golpear a estos abogados corruptos en su único ‘órgano sensible’ que les funciona: el bolsillo. Cuando existan cuantiosas multas y ejemplares y drásticos castigos, no se atreverán a manosear la Ley y se hará justicia.