Con relación a la nota “Mera reclamó a Correa por ‘ungir’ a Moreno”, publicada por EL COMERCIO el 21 de agosto, me causa indignación leer los diálogos mantenidos, una vez terminado el anterior gobierno, entre el ex mandatario y quien fuera su secretario jurídico (hoy detenido con arresto domiciliario por el Caso Sobornos), acerca de sus preocupaciones por los temas de corrupción que ya se sospechaban y empezaban a vislumbrarse. Estos diálogos han sido extraídos por peritos informáticos del teléfono celular que usaba el ex secretario, según la noticia.
Llama la atención el cuestionamiento que habría realizado el ex secretario jurídico al expresidente, por haber “ungido” al actual presidente, “sabiendo exactamente lo que iba a pasar”. Finaliza la nota señalando que Mera se lamentaba “de que EE.UU. no le haya dado el beneplácito para ser embajador en ese país” (seguramente el gobierno estadounidense ya poseía información acerca de esta persona y su influencia en el régimen que había concluido).
Como solía decir el ex mandatario interviniente en estos diálogos, cuánta doble moral. Yo digo qué felonía. Parece que el reclamante olvida que fue el mismo “ungido”, es decir el actual presidente, quien lo postuló en julio de 2017 para embajador de Ecuador en los Estados Unidos. Si los diálogos se habrían producido en agosto de 2017, creo que esto no requiere mayor comentario ni aclaración, pero sí permite, al igual que otros mensajes cruzados, conocer de cerca la estatura moral de quienes formaron parte del círculo de poder en el nefasto correato. Respecto de esto, el presidente Moreno aún debe una explicación al país.
Para justificar lo injustificable, ya espero escuchar o leer los mensajes del prófugo en Bélgica, vociferando con su atropellado y tropical estilo, para decir que es persecución política, un montaje de la prensa o tal vez una conspiración del “imperio”.