Fin de junio, la editora Ivonne Guzmán, con acierto, publicó una página en este diario, con el sugestivo epígrafe “La difusa línea entre el arte y la caricatura”, donde enaltece a tres grandes figuras, pioneras de la caricatura en Ecuador; tres virtuosos, ilustres hombres de “entresiglos”, como refiere la autora, destacadísimos en tan retadora labor, durante el primer lustro del s. XX.
El editorial hace referencia a una exposición de más de 100 obras de los citados caricaturistas en el Museo de Arte Colonial. Como nieto de Guillermo, a nombre propio y de la familia, agradezco esas oportunas exposición y publicación, a la vez que resalto hoy el lado humano de Latorre, con quien tuve la fortuna de compartir –cercanamente- sus últimos 35 años; pasó a mejor vida a sus 92 años; a más de artista pintor y caricaturista, respetado por amigos y contrarios (a quienes hurgó con su sagaz pincel), un ser extraordinario, generoso, culto, lector empedernido, caballeroso, con sin par sentido del humor.