Existen dos frases sagradas que la humanidad desgraciadamente las está olvidando, estas son “por favor” y “gracias”. Hoy me voy a referir a la segunda para decir Gracias a Dios por haberme permitido hace 37 años ser el ganador del concurso de méritos y oposición para ser Cirujano General de ese hospital que tenía el sagrado nombre de Hospital Guayaquil y ser el
primer cirujano fundador del Servicio de Cirugía, junto con mi hermano fallecido en servicio hasta el último día su vida Dr. Arturo E. Bermúdez Cedeño y el Dr. Bosco Mendoza
Alvarado.
Gracias a ese equipo de salud integrado por los médicos, enfermeras profesionales, enfermeras auxiliares, secretarias, personal de servicio social y personal de servicios varios por haberme acompañado a lo largo de estos años a dar nuestro servicio de calidad y calidez a nuestros pacientes, la razón de ser de nuestro trabajo. Gracias a ese equipo de cirujanos especialistas que han compartido conmigo el servicio de cirugía dando amor, conocimiento, experiencia, capacidad y consejo para sacar adelante nuestro servicio. Gracias a mis pacientes quienes en 37 años les he dado todos mis esfuerzos y me ha enseñado a practicar la parábola del Buen Samaritano.
Debo agradecer a mi familia por su apoyo incondicional y de corazón, un sincero Gracias por las múltiples llamadas de familiares, amigos, médicos, alumnos y pacientes de muchas partes del Ecuador y del exterior por sus voces de aliento y preocupación, quiero decirles a todos que hoy más que nunca siento tranquila mi conciencia que me dice que he cumplido con mi trabajo encomendado hace 37 años, practicando el principio fundamental de la medicina: “Lo primero es no hacer daño” y con el verdadero juramento hipocrático dado por nuestro padre de la medicina Hipócrates “Quien tiene amor por la humanidad, tiene amor por el arte de curar”.