No solo mi Dios es único (aunque moleste severamente al señor Óscar Vela) sino que es compasivo, generoso, pacífico, sabio, amoroso, fuerte, humilde, espiritual y humano. Es Dios para todos aunque “sean agnósticos o ateos puros”. Existe para todos los seres sin importar el “credo o la convicción, el seguimiento a formas de vida, la orientación sexual o desorientación social”.
Fuimos hechos a su “imagen y semejanza” lo cual es un privilegio y un orgullo, no un demérito como interpreta el señor Óscar Vela. Nuestros templos e iglesias no apestan a corrupción, peor a sangre. Acudimos a ellas para honrar y alabar a nuestro Dios y agradecer lo mucho que hemos recibido. No “atacamos ni desacreditamos a otras iglesias”; no es lo que hemos aprendido ni es nuestro estilo.