A estas honrosas profesiones, podríamos extender el abanico: locutores, activistas, actrices. La Asamblea Nacional va a tener más espacio y hay que llenarlo con más actores (y me extraña que no postulen a un boxeador, ya que en muchas reuniones de la Asamblea hace falta una buena coteja).
Qué penoso que un partido que expresa que tiene en su poder “escritores e intelectuales” pongan en sus listas a tres ilustres futbolistas. He ahí su indisimulado populismo.
Tres jugadores exitosos que nadie les quita méritos en una cancha de fútbol (me tildarán de racista, pero lo mismo puedo decir de José Cevallos y todo el equipo de fútbol que ha llevado al Ministerio del Deporte), pero nos encantaría saber de su sabiduría en leyes en economía, en historia, geografía ecuatoriana, problemas geopolíticos, cultura general.
Y así tener certeza de no convertirse en arrastra votos y luego en comodines que estarán al vaivén de lo que les digan al oído sus asesores o el “jefe”.
De los demás, ya les hemos visto con desagrado en escenarios o sets de la televisión. Son muy aptos para ayudarnos a “cortarnos la vena” y a reírnos (de las iras). Si de gente, aparentemente ilustrada y académica, hemos sufrido decepciones, no digamos de cómicos (y cómicos de la legua) que sirven para matizar la “seriedad” de las intragables sabatinas.
¿Será que esos candidatos nos merecemos? Va teniendo razón Santa Marianita. Amén.