He verificado que no habiendo jamás en mi vida firmado afiliación a movimiento o partido político alguno, hoy por hoy soy parte de un partido que ni en la peor de mis pesadillas me habría afiliado, en el cual su “máximo líder” es un señor al que solo le falta rebuznar; quien, sin embargo, ya apareció protestando por este escándalo, como “curándose en sano”.
Lo que han hecho con mi firma, con mi número de cédula de ciudadanía, sencillamente es un delito, pues se ha suplantado mi identidad mediante la falsificación de mi firma, conducta que está prevista, tipificada y sancionada por la Ley Penal. Por ello, como persona de bien que soy, voy a denunciar el delito y pediré al Fiscal que lo investigue hasta sus últimas consecuencias y si debo pedir en algún momento la prisión preventiva del “máximo líder” o de quienes se han puesto a su servicio, así lo haré, como debe hacerlo todo ciudadano que se precie de su decencia.