El final del principio

Se puede jugar mucho con las palabras y sus significados. Incluso con el distinto orden en que vayan las palabras. Porque el final del principio podría ser lo que la mayoría de ecuatorianos desea, es decir, que terminen ya las novelería y ensayos políticos, sociales y económicos que principiaron hace siete años.

A más de los daños ya causados de impaciencia y desilusiones, se estaría causando el peor de los males: la división del país en bandos irreconciliables, como fatal preámbulo de lo que puede llevar a una guerra civil que nadie querrá nunca. Claro que si decimos el principio del final (similar al título del pequeño libro ‘Y de pronto empezó el final’) estaríamos apuntando a que los sucesos de los seis primeros meses de este año han causado desazón y hastío que podrían constituir el final del actual Gobierno, porque este provocaría su final adelantando su salida y renunciando a continuar con su proyecto por impopular o porque no volvería a ser reelecto si tuviera que enfrentar elecciones , o porque sería vencido en un hipotético referéndum revocatorio. El país está atento a ver si habrá un final o si las cosas seguirán como están. Hay expectativas e incertidumbre. Pero que no haya desesperanza.

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