Parece que en el país muy dolorosamente las personas exploran lo que hay detrás de la máscara de cada individuo, incluso detrás de la máscara con la que se han estado engañando a sí mismos en estos últimos años, convirtiéndose en una fachada de inacción y conformismo para formar parte de una negación cínica de todo sentimiento. La racionalidad intelectual es un proceso viviente que se siente, interactúa y se relaciona con los demás, nos hace sentir cómodos y sentimos que somos nosotros mismos, que vemos a las otras personas como iguales, es un proceso que nos convierte en seres humanos. Una interacción requiere confianza, apertura y franqueza a la que se le presta atención, se escucha sin juzgar ni emitir criterios anticipados para tener una interacción humana correcta y exitosa. Los últimos acontecimientos de la vida nacional nos llevan a pensar que alguien o algunos mienten, la razón no pide fuerza para entender que todos debemos hacer lo que sabemos, lo que aprendimos, para lo que somos capaces y nos hemos preparado, la improvisación y el despotismo van descubriendo consecuencias desastrosas que hoy sufre la sociedad y el país. Luego de una época de viveza muy tecnificada, distracción de alto nivel y corrupción a raudales, las máscaras se van cayendo, no se puede haber tratado a las personas como si fuesen objetos, a no ser que el compromiso o la mediocridad hayan superado los sentimientos y la razón de los políticos de turno para caer en el fondo de la desvergüenza. Hoy tenemos un país en crisis donde la corrupción, el engaño y la falta de sentimientos como seres humanos no han podido ser desmentidos por las mentes lúcidas, los corazones ardientes y las manos rápidas que vivieron una época de bonanza y confrontación donde el capataz era el rey y los mediocres los sumisos. “La mayor revolución en la historia de la raza humana será cuando comencemos realmente a comprendernos a nosotros mismos”. Llegó la hora de cambiar, de quitarse la máscara y decir la verdad, de crear un clima de transparencia para que se renueven las familias, las instituciones y la política, de que se respete el mandato popular, la constitución y las leyes para obtener resultados, de que exista menos ansiedad y más confianza en nosotros mismos.