Durante meses he tratado de encontrar los fundamentos filosóficos del socialismo del siglo XXI. Después de una búsqueda infructuosa, he llegado a la conclusión de que simplemente se trata de un líder que ofrece romper los viejos sistemas políticos y económicos de opresión, para cambiarlos por unos peores; es combatir la corrupción con modernos sistemas de subasta electrónica pero que, para su adjudicación, requiere el pago en efectivo del diezmo de rigor.
Es ofrecer luchar contra los ricos que no pagan impuestos para convertirse en uno aún más rico por sentencias a la medida y resguardado por la máxima autoridad tributaria, con el cuento de leyes fiscales de otros países; es ofrecer no endeudarse con instituciones financieras internacionales por soberanía, para hipotecar el futuro del país con acreedores de dudosa reputación, con tasas de interés más altas y con el aval de recursos estratégicos. En conclusión, el socialismo del siglo XXI es un espejismo para el pueblo y una realidad para un iluminado y su corte.