Últimamente nos hemos explayado al hablar de la corrupción, como la llave maestra del mal, pero en menor grado de la mentira, que actúa como una víbora y huir. Se dice: “Un castigo de la época medieval era cortarles la lengua a quienes engañaban o negaran sus fechorías”. En la política, por ejemplo, sus ejecutores no solo que se adaptan fácil a su nuevo rol social, más el engaño lo desarrollan a perfección, como una droga; y siempre en perjuicio de los más necesitados.
Una fábula en su conclusión termina diciendo: “Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. ¿Es difícil conocer cuánto tiempo el nuevo Gobierno deberá ser apreciado y a gusto de la mayoría, y de ser así por cuánto tiempo estará vigente? Cumplidos los “famosos cien días”, la Asamblea sacar sus garras y obstaculizar las gestiones con sus ademanes; los “aires de suficiencia” en el Sistema judicial con más humos; y envalentonarse minúsculos grupos políticos y gremio, que cuando Correa, “esconderse bajo las polleras”. Siendo el único perjudicado el país y su deslucido pueblo.
Volver a empezar es darnos una nueva oportunidad para enmendar y hacer que las cosas sean diferentes; cambiar la farsa circense por el decoro político; el ciudadano ya no distingue, su existencia se ha adocenado mucho; y tener que andar con la cruz a cuestas. El señor Presidente está en la libertad para tomar decisiones que propicien mejoras, principalmente con acciones conducentes a la reactivación económica del país, pero con los pies en el suelo, caminar: al tiempo que un pie termina, el otro iniciar su despegue para no detener la marcha del cambio, “ahora o nunca”. Y con la Constitución en la mano.
Mientras los países progresistas, haber popularizado el futurismo y cosechado sus logros; nosotros no escapar de nuestro sino trágico que nos obliga a volver sobre los vicios del pasado, y estamos pensando en discernir como seres humanos. Más allá de si los actores políticos y pueblo convergen en debatir, por sobre todas las cosas, está la responsabilidad y patriotismo de encaminar al país a un mañana de paz, dignidad y calidad de vida. ¡Así sea!