El ex presidente Jaime Roldós Aguilera, fue un gobernante honesto y un verdadero Estadista como pocos en la historia del país, su preocupación por la defensa de los Derechos Humanos lo convirtió en el principal propiciador de la denominada Carta de Conducta, que estableció el principio de que en la región, no puede invocarse la soberanía para justificar violaciones a los Derechos Humanos.
Este documento que se convirtió en un instrumento jurídico fue aprobado en 1980 en la ciudad de Riobamba por los países de la Comunidad Andina, quienes suscribieron el compromiso solemne de que: “el respeto de los derechos humanos, políticos y sociales constituye norma fundamental de la conducta interna de los Estados del Grupo Andino y que su defensa es una obligación internacional a la que están sujetos los Estados y que, por tanto, la acción conjunta ejercida en protección de esos derechos no viola el principio de no intervención”.En la actualidad el gobierno que viola sistemáticamente los Derechos Humanos es el Gobierno venezolano de Maduro, país suscriptor de la referida Carta de Conducta norma jurídica de carácter supranacional que está en plena vigencia.
La gran mayoría de los países en el mundo y casi todos los de la región han condenado esa flagrante violación a los Derechos Humanos, que se traduce en miles de presos políticos, casi todos torturados por ese oprobioso régimen, así como los cientos de muertos, la alarmante falta de medicinas alimentos, salarios irrisorios con una inflación considerada la más alta del mundo, así como un alarmante índice de inseguridad todo esto ha obligado a que millones de sus ciudadanos emigren desesperadamente a otros países en condición de refugiados huyendo del hambre, la miseria y de la tragedia social que ese gobierno ha ocasionado a su sufrido pueblo, por lo que se hace indispensable que los países andinos suscriptores de la Carta de Conducta actúen e intervengan humanitariamente en ese hermano pueblo en defensa de los Derechos Humanos que diariamente son vulnerados por ese régimen y no se alegue y defienda falsamente el principio de la no intervención y de soberanía, como lamentablemente ha sucedido con el anterior y actual gobierno del Ecuador, guiados por una seudo ideología histórica y socialmente fracasada como es el auto denominado socialismo del siglo XXI siendo el nuestro, uno de los pocos países del mundo que defienden al gobierno populista y fascistoide de Maduro.