El escocés Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015, acaba de dar un giro total al actual principio económico y nos ofrece premisas muy concienzudas, como que desigualdad y meritocracia son dos mitos. Justicia no es igualdad, no son sinónimos.
El capitalismo de mercado no vale solo por sus éxitos económicos, sino por sus profundos fundamentos filosóficos, sobre todo los éticos. Explicarlo es esencial, para desbaratar la falsa superioridad moral que, con tanta pompa, se atribuye la nueva mayoría y que le da ascendencia a la juventud. En el mundo se ha llegado a creer que el lucro y el mercado son miserables. Hay que tener cuidado en que no monopolice la atención del Estado: la gratuidad de la educación, los dirigentes sindicales y sus premisas en que el ataque a los empresarios sea más importante que esos 2 o 4 millones de desempleados que no deben engrosar el reparto de trabajo del Estado, sino de una empresa libre, democrática, sustentable y con oportunidad de desarrollarse. El rol del Estado es para todos, no solo para la gran mayoría, que cada vez se reduce, por la evidencia. Es recomendable leer a este economista y analizarlo, para no seguir cometiendo errores.