Uno creería que con todos los avances constitucionales y con la incorporación del delito de odio y de discriminación en el COIP, los bares y restaurantes en Quito pensarían dos veces antes de discriminar a una persona por su origen étnico o racial, pero no es así. Con la excusa de ampararse en el estricto derecho de admisión se atenta contra la norma escrita, vulnerando los derechos de las personas.
El viernes organicé un encuentro de ex compañeros de Universidad, todos periodistas. Los cité en un bar . Poco a poco fueron llegando mis compañeros, hasta que uno de ellos que se auto-identifica como indígena me envió un mensaje a mi celular para que me acerque a la puerta, ya que no le permitían el acceso. El administrador, manifestó que “una persona así” no puede ingresar. Todo el grupo nos quejamos, al considerar que era evidentemente un delito de discriminación racial. Indignados nos retiramos de ese local. ¿Quito es racista?