El 12 de agosto se celebra el Día Internacional de la Juventud. Bueno, no sé si se celebra, como tal, dado que aparte de ser jóvenes, nos quedan cortas las razones para celebrar. Todos los jóvenes fuimos criados con la premisa de que representábamos el futuro. Ahora que no podemos encontrar trabajo; que continuamos al margen del cambio porque se nos considera, irónicamente, demasiado jóvenes para realmente entender lo que se necesita para transformar un país; que preferimos mirar la TV antes que leer; que hemos descuidado los valores familiares por creernos más independientes; y que anteponemos nuestra vida social y nuestra apariencia a, por ejemplo, elaborar propuestas factibles para fomentar el desarrollo y dejar de lado las ideologías, me pregunto cómo y cuándo seremos ese futuro. Pero sé que en todo el mundo hay jóvenes que luchan día a día por un mundo mejor, como en la recolecta para Un techo para mi país Ecuador, que reunió a miles de jóvenes voluntarios. Entonces, propongo que todos los jóvenes, y no hay un límite para entrar en esta categoría -pues dicen sabiamente que el espíritu es lo que mantiene a uno joven- luchemos para que el próximo año nos sintamos realmente orgullosos de festejar el Día Internacional de la Juventud como se debe.