El Gobierno navega en un mar de ambigüedad y carencia de lógica. Veamos tres ejemplos:
a) Se habla de un “impuesto verde” a los vehículos según costos y potencia. Usted, amable lector, puede comprar un carro de lujo y sacarlo solo los domingos, mientras su vecino podría tener un auto barato que trabaja ocho horas diarias. ¿Cuál contamina más? Fácil, los vehículos no contaminan; es la gasolina la que origina los gases tóxicos o huella de carbón; es decir, a más consumo, más agresión al ambiente. Este impuesto, en realidad, es al patrimonio, y todo el concepto está errado.
b) “La Refinería del Pacífico se abrirá a nuevos socios”, es el titular de EL COMERCIO de junio 8; se anuncia que “estará lista en el 2016”, aunque en un cuadro interior se destaca que el inicio de operación será “julio de 2015”. Para empezar, indican dos fechas diferentes con absoluta seguridad.
¿Cómo es posible esta audaz afirmación si recién están buscando socios capitalistas en un mundo en crisis? La certeza de las fechas corresponde a un juicio no solo afirmativo, sino apodíctico (necesario). ¿Consultaron al oráculo de Delfos?
c) El proyecto hidroeléctrico Coca lleva años de retraso; y de lo fundamental no se ha hecho nada. Si estuviera en funcionamiento, no habría necesidad de elevar las tarifas. Esta oración es un juicio hipotético, porque es condicional; en cambio, el desperdicio de agua y la generación térmica (contaminante) sí son realidades diarias, al igual que el manejo ineficiente e irresponsable. Luego ¿son verdes o grises?