Pasan los días y no hay signos de recuperación del dinero robado, tampoco vemos que haya nuevas personas sindicadas por estas irregularidades, sin embargo, casi todos los días tenemos más y más denuncias de corrupción. Día a día se descubren indicios de corrupción de sobreprecios en la construcción de carreteras, hidroeléctricas, escuelas, edificios, en el sector eléctrico, en el petrolero, y la lista va para largo. La pregunta sería: ¿está la justicia de nuestro país capacitada para enfrentar y esclarecer esta inmensa corrupción? La respuesta sería: no lo está, sin ser un abogado, ni conocer sus procedimientos legales, deberíamos declarar en emergencia a este estamento estatal, de manera que se reestructure creando otra fiscalía independiente con asesoramiento de la OEA u otro organismo internacional, o aumentado el número de fiscales dotándoles de leyes apropiadas para su buen desempeño, la posibilidad de dedicarse solo a estas denuncias de corrupción conformando un equipo multidisciplinario, con personas probas y de experiencia.
Sólo así tendríamos la esperanza que lo robado se va a recuperar y sus culpables purguen sus delitos en las cárceles, caso contrario pasarán los días y no se verán resultados positivos.
Después de un gobierno que no se manejó con ética, donde el respecto a los demás jamás existió, es necesario volver a enrumbar a una sociedad enferma, donde muchos valores han perdido vigencia predominando la viveza criolla. El gobierno está obligado a inculcar lo que se ha perdido.
Las palabras de Pablo Neruda, serían lapidarias “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan.”