La multitudinaria marcha en Guayaquil, como no se veía en mucho tiempo, debió llamar a la reflexión del Presidente, pero desde Montecristi siguió con su mismo discurso amenazante y acusador. En Quito, si bien la marcha no tuvo la magnitud de la de Guayaquil, es también una voz de alerta para el gobernante, lo mismo que las de otras ciudades. A Nebot muchos lo dábamos por muerto, políticamente hablando, y desde su zona de confort en la Alcaldía del Puerto. Al parecer, al menos en Guayaquil, sigue siendo un político a tener muy en cuenta. Soy un hombre socialdemócrata desde mis años juveniles, odio los extremos y por eso fui reticente a Nebot en su momento, como lo soy con el presidente Correa. Pero el enorme éxito de la marcha, me lleva a reflexionar ¿si no ha llegado el momento del viejo líder socialcristiano, tantas veces perdedor por la Presidencia? Por otra parte, ¿será verdad que el Presidente quiso firmar un decreto de excepción para evitar las marchas y no lo consiguió? Me resisto a creerlo ya que eso sería un baldón para la democracia y la revolución ciudadana que dice vivimos en Ecuador. El derecho de manifestar es inherente a las democracias y no hay forma de acallar a un pueblo. Los ecuatorianos no somos los venezolanos ni creo que las FF.AA. sean parte del proyecto del socialismo del siglo XXI, como en ese país al borde de una guerra civil. Los ecuatorianos somos difíciles y cuando se meten con nuestros sentimientos y forma de ser y vivir, la gente se cansa y todos sabemos cómo comienzan las marchas opositoras pero nadie cómo terminan. No las desprecie ni las minimice, señor Presidente, que si lo hace, seguirán creciendo hasta volverse incontrolables. Es hora de un verdadero diálogo nacional.