Desde niño ya me enseñaron a reconocer material y formalmente a la Revolución Alfarista; es así, que desde esos tiempos, junto a compañeros y amigos, asistimos anualmente a El Ejido (monumento recordatorio de su inmolación) para recordar y agradecer a uno de los personajes más importantes de nuestra Patria, entre otras actividades.
Aprendimos de corazón a querer nuestra historia y los cambios profundos materializados por el Viejo Luchador, y de seguro, así también lo han hecho otros compatriotas con varias formas y desde muchos rincones del Ecuador; sin embargo, atónito me he quedado, cuando a los casi cien años de su muerte, surgen personajes que de la noche a la mañana se declaran alfaristas y seguidores de Don Eloy. Estoy seguro que Alfaro viviendo la actualidad, sería el primero en reprochar la actitud superflua de individuos, que creen que alinearse con la moda , es hacer historia o patria; dejemos la novelería, estudiemos la historia y seamos verdaderos críticos constructivos para reconfigurar a nuestro querido Ecuador.