Adler dice: “la agresión es una manifestación del instinto de poder y tiene como objetivo la consecución del predominio”. La conducta agresiva se convierte en habitual cuando actúa coercitivamente sobre los demás, puesto que aparece como reacción a la amenaza que con frecuencia ciertas personas consideran ser víctimas contra su poder o integridad, este tipo de conducta es común en el campo de las relaciones sociales donde en ocasiones se reacciona impulsiva y primitivamente con golpes hacia otras personas; hablar mal, desacreditar o descalificar los méritos de quienes se les considera insignificantes o contradictores es una forma de agresión razonada. La sociedad está conformada por individuos que interactúan entre sí y comparten rasgos culturales esenciales para alcanzar metas comunes, sociedad a la que se destruye cuando se ataca con o sin razón permitiendo de esta manera surja la ira reprimida con el consiguiente riesgo de incentivar la violencia, cuando actuamos con sabiduría equilibrando el temperamento y el carácter para hacer de nuestra conducta el reflejo de nuestra personalidad se admite el desarrollo de sociedades libres.
El autoritarismo es una forma de violencia, donde hay violencia hay agresión, donde hay agresión hay pobreza, donde hay pobreza hay descontrol y por tanto destrucción. La frustración tiene como consecuencia una conducta agresiva. Tomar venganza destruyendo la vida de las personas en nombre de la justicia no le hace bien a nadie, todos salen perdiendo incluso los agresores.