En un video aparece el expresidente Correa formulando su proclamación como jefe de todos los poderes del Estado, así como escenas del funesto haciendo callar a damnificados del terremoto que, con otras que los ecuatorianos recordamos, ilustran sus desafueros. Imposible olvidar y es bueno que haya estas filmaciones para que nos percatemos de la enorme diferencia entre el ambiente que se vivía entonces y el aire libre que se respira hoy. No soy partidario de Lenin Moreno, pero hay que admitir que ejerce la Presidencia sin interferir con ninguna otra instancia, dejando actuar a los otros poderes y entidades capturados por Correa; ha recuperado para los ciudadanos la libertad de expresión; no ha atacado a periodistas ni a medios ni a dirigentes que le han insultado burlándose de su condición física; ha logrado un inédito replanteo de la deuda, haciéndola liviana para el próximo gobierno y para muchos más. Claro, ha cometido errores y dentro de su período se han producido actos de corrupción, como en casi todos los anteriores, pero no al nivel de lo hecho por los ladrones del correato. Debemos apreciar como un diamante estos intangibles de valor superlativo que son la libertad, la ausencia de temor y el hecho de que, desde hace 40 meses, ya no tenemos un dictador sino un Presidente.