Decidí visitar la bella provincia de Manabí, para lo cual estructuré un plan de visitas a los sitios más emblemáticos de ese sector; entre otros, el puente que une a San Vicente con Bahía de los Caras, Canoas, Manta y desde luego Montecristi.
Un guía con algún conocimiento de la historia de la revolución Alfarista y de su obra, nos hace un recorrido y como cierre de la visita nos quedamos apreciando el famoso Salón de la Democracia, en donde en la parte frontal y sobre la esfinge del viejo luchador se lee: “Nada para nosotros, todo para la Patria”. En el mausoleo que guarda parte de las cenizas de Eloy Alfaro, igualmente se aprecian algunos mensajes, como por ejemplo: “Nada soy nada valgo, nada pretendo, nada quiero para Mí, todo para vosotros que sois pueblo que se ha hecho digno de ser libre”; “Ambición, cráter donde se hunden las bastardas aspiraciones”; y, “Donde impera la desmoralización y el robo es imposible la república”.
¿Los líderes de la década ganada habrán leído y más que nada reflexionado sobre lo profundo de esos mensajes? Que dirá Don Eloy al ver su obra tan pisoteada por decir lo menos, un patriota que con una visión amplia y certera a través del ferrocarril entrelazó la sierra con la costa y nos permitió integrarnos y buscar mejores días.
Salgo al exterior de ese recinto dizque de la democracia, respiro hondo, reflexiono, la impotencia me embarga, suspiro desde lo más hondo de mis entrañas y alzo la vista al cielo y me acuerdo de que Cristo padeció más, pero por nosotros, porque nos ama entrañablemente. Guardando las distancias, recapacito en la hoguera bárbara que acabó con el “viejo luchador”, quien de la forma más injusta fue arrastrado junto con sus congéneres que compartían sus ilusiones de ver un Ecuador digno de mejor suerte. Los vendedores de la patria de aquel entonces, liderados por clérigos y políticos de desecho, debieron haber sonreído diabólicamente luego de cumplir con sus inicuos propósitos individualistas.
Pero tenemos que tener expectativa en lo que se viene, esperanza en la gestión honesta de quienes nos gobiernan, esperando en que no caigan en desafueros que luego nos pasan factura. Le conmino al actual Presidente a que se dé un baño de purificación y que todo lo que pertenezca a la década perdida, no ganada, deseche y queme en hogueras de desprecio y olvido, es su obligación corregir y buscar el rumbo adecuado para los intereses del país y no de unos cuantos que, como ratas, ya están huyendo.