El no aglomerarse, en general, disminuirá transmisión y hará que abastezcan las unidades de cuidados intensivos existentes para quienes no puedan tratar los síntomas desde su casa, con la guía del médico familiar. Tele trabajar, para evitar desplazamientos, así como reinventarse con apoyo de la tecnología; comprar en la farmacia y tienda de la esquina, sin la parafernalia del consumo-nerviosismo, elimina tiempos muertos en transportación y mejora la seguridad al apropiarnos del espacio público. Para ir creciendo como alternativa a las celebraciones religiosas masivas, los sacerdotes podrían trabajar, conjuntamente con los ‘Ministros de la Palabra’ que son formados en los centros de capacitación laical (Cecal) para entregar, en casas de cada parroquia, la Santa Comunión. A la inmensa mayoría creyente le queda esperar a que a las buenas prácticas de todos, incluyendo la de educar con amor y paciencia en casa a nuestros hijos, se sume el milagro liberador de María, y de Jesús, Salvador.