Evitar odios personales, extremismos y corrupción, si, esa fuera la fórmula para que el nuevo gobernante del Ecuador pueda pensar y actuar en favor de nosotros los ciudadanos ecuatorianos. Lamentablemente, para los últimos gobernantes y el actual, pudiera haber sido imposible pensar en esa fórmula, y, por ejemplo, proyectos que estaban en marcha por el anterior gobierno que pudieron estar viciados de corrupción, fue más crítico dejarlos sin buscar soluciones, y que se pierdan o quiebren. O que el tren, que fue restablecido con tanto sacrificio, ahora está en el completo abandono sin haber hecho crecer la inversión mixta: pública – privada, para dotarlo de más opciones de tipos de trenes y de tipos de usos, y evitar que haya sido subutilizado todos estos años.
O que Correos del Ecuador, en algún momento premiada internacionalmente por ser un negocio público en crecimiento, se haya declarado hoy quebrado, sin haberlo hecho crecer con más opciones de rendimiento económico. Y no se diga de las centrales hidroeléctricas, algunas abandonadas o simplemente ignoradas. Y ni hablar de promesas de venta de canales públicos y aviones presidenciales que quedarán en el olvido.