Logró crear con su vida una impronta de ética pública en varias generaciones de dirigentes sociales y políticos, abogados y académicos. Ello explica el respeto y admiración que mereció entre sus conciudadanos de diferentes edades, ideologías, culturas y regiones del país. Julio César Trujillo, a diferencia de muchos políticos, obsesionados por su imagen y por el poder, libre de este yugo, tenía obsesión por servir a la sociedad, y especialmente a los marginados: los indígenas, los trabajadores, las mujeres, los pobres, y por la defensa de la naturaleza.
Lector insaciable, escritor prolijo y maestro generoso. La suya fue ante todo una vida inspiradora, muchos vimos en él la posibilidad real de una ética pública distinta, más allá de la ambición individual, y comprometida con el servicio discreto y sincero a los demás.
Así era Julio César Trujillo, de aquellos que sin palabras, y con sus actos, nos convencen; de aquellos que con sencillez nos asombran: vidas como la de él, nos desafían…