Los ecuatorianos hemos sido testigos de frases grandilocuentes o desparpajadas como las dichas por el conejito picarón: “Cambiamos al país o morimos en el intento” o las del loco que ama: “Porque me da la regalada gana”, que finalmente pueden ser interpretadas como ingenuas o fruto del albañal de quien las dijo en su momento.
Pero la expresión “y cuál es el problema?” pronunciada por el mentor del grupo mafioso de la década farreada, ante las evidencias que revelan a diario su corrupto proceder, reflejan el más grande cinismo y caradurismo pocas veces visto.
La mencionada expresión plantea las siguientes respuestas:
El problema es que la gente humilde y la juventud piensen que estas acciones son normales y aceptables dentro del quehacer político; Que un significativo porcentaje de ecuatorianos justifique lo actuado y mantenga más vigente que nunca el pensamiento de que “robó pero hizo obras”.
Que los pseudo intelectuales, cronistas de la ciudad, periodistas con agenda política, sigan negándolo todo y continúen exigiendo pruebas pese a la avalancha de evidencias. Sin duda ellos son los grandes cómplices de esta desvergüenza nacional.
Que los “ángeles caídos” se reinventen y entren en época de reflexión y reencauche preparando las nuevas frases de la próxima contienda electoral con las que ilusionarán y utilizarán una vez más al desmemoriado pueblo, por conveniencia en algunos casos, y a los realmente pobres que no tienen otra opción más que seguir creyendo en sus falsos redentores.
El problema de fondo es la descomposición de la sociedad.