En días pasados leí la carta enviada por Néstor J. donde hacía referencia al excelente servicio del Hospital del IESS, para su atención luego de un trasplante de hígado. Bien por su salud, por él y su familia.
No todos tienen la misma suerte. Hace un año mi madre de 92 años de edad, fue llevada al Hospital del IESS donde no le atendieron por falta de médico especialista. Tuvo que ir a un centro privado.
Hace unos meses mi hermano enfermo de cáncer de páncreas, tuvo que implorar a un médico extranjero del IESS para que le evalúe y pueda obtener su jubilación por invalidez. Él falleció hace dos semanas.
No tengo nada contra los médicos extranjeros, a sabiendas que hay miles de médicos ecuatorianos sin empleo.
Hace varios días un amigo con cuadro de apendicitis, no pudo ser atendido en un dispensario ni en un hospital del IESS del norte de Quito.
En el hospital del norte de Quito le dijeron que tenía que esperar dos días, para ver el desarrollo de sus síntomas. Sus familiares cuentan que ni siquiera hay una sala de espera para acompañantes. Varios enfermos fueron atendidos de manera poco gentil. Había personas de la tercera edad con cuadros graves, que tampoco fueron atendidos. Finalmente, mi amigo, ingresó a un centro privado donde le operaron de emergencia dado el cuadro grave de su enfermedad.
Así es el IESS, una lotería para el afiliado. Usted puede ser atendido de manera profesional y ágil, o puede pasarla muy mal por falta de médicos, equipos e insumos, que deberían estar a disposición de todos los afiliados que aportan mes a mes.