Llama poderosamente la atención la posición adoptada por el señor Glas, por el abogado del señor Correa y por varios de los ex colaboradores de ese gobierno, de enfocar la acusación de corrupción de manera exclusiva en la Sra. Martínez y en la Sra. Terán.
Hemos escuchado los discursos emotivos del Señor Salcedo, defensor del señor Correa, puntualizando que fue la Sra. Martínez y su esposo quienes recibieron el dinero, y se da a entender que fue solo en beneficio de ellos.
Esta focalización justifica, a duras penas, 1 millón y algo más de dólares, pero no habla de los otros seis millones y tanto. Asumo que el enfoque es que la acusación de soborno implica la recepción de dinero en efectivo.
Vamos a concentrarnos en la acusación directa contra la Sra. Martínez y su esposo. Debo aclarar que no los conozco, que no pretendo defenderlos, porque es clara su participación en este caso de corrupción.
Resulta que durante cuatro años, por lo menos (estoy seguro de que la colaboración de la Sra. Martínez fue por más tiempo), dos personas que ejercieron las primeras magistraturas, algunos de sus ministros, su principal asesor jurídico, trabajaron de cerca con una persona que utilizaba el aparato estatal y el nombre de los principales personajes del gobierno, para enriquecerse, sin que ellos se percaten de lo que estaba ocurriendo.
Personas de estas características, desde luego no merecen volver a tener la confianza del pueblo ecuatoriano pues así se perjudicó al Ecuador, al menos en millón y tantos dólares.