Los problemas de la política en nuestro país

Las falencias mayores en el campo político del país han sido tanto la falta de líderes y la inexistencia de objetivos nacionales permanentes.

Debilidades que han impedido un desarrollo sostenido del país, incluso a pesar de haber contado con medios económicos para impulsarlo, realidad que hemos vivido especialmente en los últimos 45 años.

A través de la historia, los movimientos y los partidos políticos no han hecho lo suficiente como para asegurar que sus obras se proyecten en el tiempo.

A pesar que a partir de la Constitución Política del año 1979, el Estado subvenciona la creación y el mantenimiento de los partidos políticos, estos no se han esforzado ni siquiera para asegurar su existencia; por el contrario, prácticamente se han autodestruido.

Tradicionalmente, el mentor, el iniciador del partido político ha querido, mientras viva, ser el único jefe de la organización y normalmente se ha opuesto a que se creen, a que se formen nuevos líderes, imposibilitando así la continuidad de la propia filosofía partidista.

No conozco partido político nacional que haya escogido o que haya preparado a un buen grupo de sus miembros
para transformarlos en los futuros líderes de la organización, para así asegurar el ­camino a seguir para implementar el futuro del Ecuador.

Normalmente, las obras iniciadas por un Gobierno han sido dejadas de lado por el entrante. No han existido objetivos permanentes en el desarrollo del país, que obliguen a que todos los gobernantes sin importar el partido al que pertenezcan se esfuercen por alcanzarlos en beneficio del país.

En los años 70 se fundó el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) con ese fin, pero en la actualidad casi ha desaparecido.

Sería ideal que el Sr. Presidente, que ha anunciado que promocionará a una persona de su movimiento como candidato a la Presidencia de la República, logre que los actuales movimientos y partidos políticos designen a unos de sus miembros para que conformen una comisión que trabaje para lograr establecer los objetivos nacionales permanentes para los próximos 25 años y así para finales del año 2016 contemos con los mismos, para que el gobernante entrante en el 2017, en forma ejemplar, dé inicio a un plan preconcebido para desarrollar el país en forma continua y armónica. 

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