La cantidad de sucesos que se producen contra la seguridad de la población, durante el desempeño diario de sus diferentes actividades, nos hace pensar que en el país, la cultura de prevención de riesgos no ha creado la suficiente previsión para generar seguridad. Hechos como la explosión de tanques de gas, corto circuitos que causan incendios en viviendas y negocios, descuido en el mantenimiento de centros deportivos o accidentes de tránsito, por circular con llantas lisas o sin el adecuado control de frenos, etc., accidentes en construcciones y en general en toda actividad humana, nos obliga a poner a disposición normas, métodos y herramientas de gestión que permitan controlar los riesgos y accidentes, con el fin de dar más confianza a las personas, para obtener dentro de sus actividades un mayor rédito y mejorar la productividad.
Este tipo de cultura comienza haciendo conciencia de una conducta de alerta y previsión, para luego promover una prevención integral e integrada, hasta convertirla en participativa, en donde la ciudadanía reclamará normas para su seguridad y las de su familia a las autoridades, y a su vez, las autoridades, con sus diferentes controles, mejorarán las condiciones de atención médica y entrega de medicamentos, cuidados en la educación y centros de nutrición, control al medio ambiente, seguridad vial y en las calles, respuesta inmediata a emergencias, entre otras, para el uso confiable de los ciudadanos.