Exceptuando a regiones deprimidas de África y por las últimas cinco décadas, el desarrollo económico en Latinoamérica ha permanecido al rezago del mundo. Según el ranking disponible en PISA (el programa para la evaluación internacional de estudiantes de la OECD), los países en Latinoamérica permanecen consistentemente en los últimos puestos. Durante el último cuarto de siglo, los estudios teóricos y empíricos sobre las causas de crecimiento económico coinciden que el capital humano cumple un papel fundamental. En particular, cuando éste es medido a través de la calidad de la educación y las destrezas desarrolladas, más no en el número de años atendidos. En esencia, la capacidad de razonar y pensar de un pueblo se halla fuertemente correlacionada, en magnitud y significancia estadística, a la capacidad de generar riqueza. Como región, esto es lo que ha permitido al Asia mantener un crecimiento de 4,5% desde 1960 y ser 9 veces más próspera que hace dos generaciones, mientras que Latinoamérica es tan solo 2,5 ve
ces. Los estudios de las dos últimas décadas por Eric Hanushek son particularmente esclarecedores. En la época donde los expertos hablan de crecimiento económico, pero evitan mencionar educación o incluso reducen su inversión, es necesario aclarar que sin cerebros continuaremos en la pobreza.
Pablo Santiago Jarrín Valladares