Es sorprendente el repentino y abrumador “civismo” que de pronto invade calles y plazas del país. ¿Cómo explicarse la multitudinaria aparición de candidatos (cerca de 80 mil) que pugnan por ocupar alguna representación, mediante el voto popular en las elecciones que se avecinan?
Este fenómeno se produce –sin duda-, en una sociedad afectada por una inédita crisis económica y política, desocupación y enormes deudas; devastada además por la corrupción, el narcotráfico y sus nefastas consecuencias, devaluación de principios y la pasiva irresponsabilidad ciudadana. Y, en la parte técnica, debido al sistema electoral que ha sido concebido y manipulado para servir a los gobernantes de turno; razón más que suficiente para que sea reestructurado y modernizado urgentemente, empezando por establecer una fase de selección previa a la inscripción de candidaturas, que exija un nivel adecuado de formación académica, desempeño laboral y experiencia en administración de la cosa pública, y muy especialmente, honestidad.
Así, quienes hayan logrado sobrepasar a la fase de inscripción, deberían difundir, a través de entrevistas y reportajes propiciados por los medios de comunicación, sus propuestas para impulsar el progreso de sus respectivas comarcas, mismas que deberían incluir proyectos certeramente financiables –alejándose de la denigrante e irrespetuosa demagogia-; y, procesos viables para optimizar el uso de las magras partidas presupuestarias, aplicando auditorías de trabajo que determinen la calidad y cantidad de personal necesario y la fiscalización del uso de recursos.
Leonardo Cueva Piedra