El sistema burocrático no puede evitar crecer, es como un organismo que busca alimentarse, sobrevivir y reproducirse. Una descripción muy adecuada es la ley de hierro del liberalismo, pero recordemos que su autor, David Graeber, de hecho, afirma que existe una relación directa entre el libre mercado y el crecimiento de la burocracia.
Pensemos en algo tan simple como un contrato entre un distribuidor y un comerciante minorista. En caso de incumplimiento, en ausencia de un Estado (y de una burocracia), no solo que el asunto se resolvería por la mera fuerza de las partes, sino que la existencia misma del contrato no tendría sentido. El contrato no está creado en el aire, se sustenta en la Ley, ley creada por una forma de burocracia (la Asamblea Nacional), aplicada por otro tipo de burocracia (judicial) y ejecutada por otra más (la fuerza pública que depende de la Función Ejecutiva).
Entonces, ¿la burocracia es un mal necesario? La respuesta es no, este tipo de argumentos simplistas se destruyen desde la premisa, no atacando el dogma. La salida es contar con la burocracia estrictamente necesaria, con la preparación y remuneración adecuada a la responsabilidad asignada. El busilis es resolver cual burocracia es necesaria, un lugar común se vincula a los fines básicos del Estado, proveer seguridad, un marco jurídico (que incluye un mecanismo imparcial para resolver controversias), pero de ahí vamos al tema de servicios y el debate se enturbia.
Para arrancar no es necesario que todos los ecuatorianos estemos de acuerdo en cual es ese mínimo necesario de burocracia. Lo que se debe es escapar del cuento de hadas de que una ley o un reglamento solucionará “el” problema. Entonces, las nuevas propuestas de ley que están preparándose deben procurar ser lacónicas, eliminar informes previos, comisiones y subcomisiones; en su lugar, requisitos legales simples sin discrecionalidad alguna, quien cumpla el requisito aplica la norma.
Pero, además, una nueva ley, por buena que sea, debe ir acompañada de una decisión y un mensaje firmes y claros, para que desde los Ministros de Estado hasta el último servidor público sepan que no se puede agregar ni crear nuevos procedimientos, requisitos e informes, que el Estado interviene única y exclusivamente para que no se violen ni la ley, ni los derechos de los demás.