20 años atrás me fui a vivir en Sangolquí y con la familia nos instalamos en un sector “privado”, pero privado de todos los servicios, los cuales poco a poco se los ha obtenido a través del esfuerzo comunitario. He sido espectador incrédulo del paso inoficioso de varias administraciones municipales. Hasta que llegó un tiempo de aciertos de la ciudadanía, al elegir y reelegir como alcalde al ingeniero Héctor Jácome, el mismo que aplicando la técnica y la dinámica propias del ingeniero civil, dio un giro inusitado a la gestión municipal, en especial en lo relativo a la infraestructura vial, alcantarillado pluvial y sanitario, agua potable y atención a los barrios abandonados, aspectos que nunca antes fueron tratados con seriedad por las anteriores administraciones. También es cierto, en el cantón hay mucho por hacer todavía y en ello está trabajando el Municipio.
Por lo expresado, me llamó sobremanera la atención, la información sobre presuntas irregularidades en la administración municipal y fue espontánea mi reacción de rechazo a lo que llamo “la mala voluntad” de personas que expelen odio, producto de su impotencia, amargura y envidia, cuando alguna autoridad está funcionando, obrando y sirviendo correctamente a la comunidad.