Tanto emoción de un momento a otro por el triunfo de un compatriota en el Giro de Italia y tanta desdicha que se desborda en la realidad de muchos deportistas al no tener los medios suficientes para practicar sus deportes favoritos, caen en el camino y se convierten en desertores de las actividades deportivas, como algo insólito; no se puede creer, nos vanagloriamos de ser ecuatorianos, festejamos y nos ponemos alegres por los éxitos inesperados, esperamos que sucedan como muy pocas veces en la historia ocurren con nuestros deportistas, para esclarecer nuestros pensamientos y reconocer ante el Mundo entero de lo que podemos ser capaces, como si recién nos despertamos de un largo sueño y comprobamos que se está haciendo realidad, cuando deberíamos ser formados desde muy pequeños con una orientación positiva hacia el futuro para que sean muchos más como el Señor Carapaz, de origen humilde y genial, para alcanzar la gloria. Acabemos de una vez por todas con el letargo pasado y despertemos con mentalidad ganadora entregándoles a los deportistas de manera gratuita todos los implementos necesarios a través de alguna fundación deportiva nacional sin fines de lucro, donde no quepa ningún avivado que se aproveche de los demás y usufructúe de esta oportunidad.