Ad portas de nuevas medidas restrictivas, por el incremento de contagios en el país, y tras un año de pandemia es interesante echar un vistazo a los cambios que este ‘nuevo estilo de vida’ ha provocado en los consumidores ecuatorianos y cómo las empresas se están adaptando a ello.
Hay varios casos que reflejan esos nuevos hábitos. Por ejemplo, en el sector azucarero se advierte una reducción considerable de la demanda del producto (el ecuatoriano ahora consume un kilogramo menos de azúcar y las firmas demandan menos esta materia prima) y eso obliga a este segmento a explorar otras fuentes de ingresos, sobre todo en la generación de energía más limpia.
En el ámbito de los cosméticos también hay novedades. Los productos de maquillaje que antes tenían una buena participación, como los labiales, ahora han sido desplazados por el consumo de gel antibacterial. Obviamente eso también derivó en cambios sobre la marcha para las empresas dedicadas al sector.
Los ejemplos se multiplican en el momento de analizar otros segmentos de mercado. En el tema inmobiliario, los constructores también evidencian nuevas tendencias a las que tienen que adaptarse. Y esos cambios vienen de la mano de los mileniales que buscan espacios más pequeños o también las nuevas necesidades derivadas del teletrabajo o del teleestudio. Hay que adaptarse.
En la mayoría de sectores económicos se viene una época clave en el cambio de paradigmas. Y esto se repite en el mundo. En la primera rueda de prensa que dio el presidente de Estados Unidos, Joe Biden (25 de marzo), repitió varias veces en pocos minutos el nuevo mantra de su política económica “quiero un cambio de paradigma”, algo que, independiente de los incentivos del Ejecutivo, ya es un proceso en marcha.
Y en ese nuevo escenario, las firmas tecnológicas irrumpen con fuerza al ser las facilitadoras del teletrabajo, el entretenimiento o el comercio minorista. Los resultados de una de los ganadoras de la pandemia, Amazon, así lo demuestran: ingresos trimestrales que pasaron de unos USD 75 000 millones a comienzos de 2020, a más de 125 000 millones al finalizar el año anterior.
La pandemia ha provocado un cisma de dimensiones aún inapreciables entre los exponentes de la economía digital y otras empresas que tendrán muy difícil adaptarse a los nuevos paradigmas económicos y buscar las oportunidades. Bajo este nuevo escenario, hace poco la agencia Efe destacaba la experiencia de la multinacional Disney, que consiguió salvarse de la pandemia casi sin darse cuenta. Al consolidar su apuesta por el entretenimiento en ‘streaming’, antes de la crisis sanitaria mundial, consiguió capear el terremoto que ha sufrido en su segmento de parques, viajes (incluidos los cruceros) y las tiendas minoristas.
En este momento todas las industrias están digitalizándose. Las empresas, para ser competitivas, requieren un componente digital. En el caso de Ecuador, la actualización de normas en comercio electrónico, la protección de datos personales, es algo imperativo, y eso lo saben las empresas y los consumidores.