En los medios –sobre todo impresos- aparecen los ‘opinólogos’ denominados también ‘analistas’, que ofrecen sus puntos de vista al público con una carga o sobrecarga de adjetivos y pocos argumentos, que deleitan, en casos, o nos hacen perder la paciencia. En las siguientes líneas una aproximación a este sabroso género.
La ortodoxia no da categoría científica a la ‘opinología’ sino al género periodístico de opinión, que para muchos es una especialidad. El periodismo de opinión ha sido ejercido con rigor y pasión en este Diario.
¿Se acuerdan los artículos de ‘Labriolle’? Era el pseudónimo de José María Velasco Ibarra, expresidente del Ecuador. Y otro, asimismo, emblemático: Raúl Andrade, precursor del periodismo político, autor de la inolvidable sección ‘Claraboya’, y Alejandro Carrión, el célebre escritor que hizo historia con ‘Juan sin cielo’; Jaime Chávez Granja, Humberto Vacas Gómez y Jorge Salvador Lara –para citar unos pocos-. Y en el Austro, el polémico Manuel J. Calle –conocido como el ‘Tuerto Calle’-crítico, sociólogo, político y periodista cuencano- que escribió como ‘Ernesto Mora’ y ‘Enrique de Rastignac’.
Estos autores dieron lustre al género de opinión en el siglo XX, que nació siglos antes con Eugenio Espejo y su periódico ‘Primicias de la Cultura de Quito’, y en siglo XIX, con Juan Montalvo, un verdadero ícono, quien estigmatizó con su pluma a García Moreno.
• ‘Opinólogos’
A diferencia de los escritores mencionados, generalmente bien formados e informados, han aparecido, de tiempo en tiempo, en el escenario social y político, personas, llamadas ‘opinólogos’ sin formación académica o técnica, que emiten puntos de vista sin respaldo, sin investigaciones, disfrazadas de expertos, que no solo destruyen el idioma sino delatan la precariedad de sus argumentos en cada párrafo, y en ocasiones como obsecuentes servidores del poder o de una tendencia política.
La ‘opinología’ es un neologismo; no es una ciencia. El ‘opinador’ –en rigor- sería opinante. El trabajo no profesional de los ‘opinólogos’ se caracteriza por la utilización de lugares comunes, preconceptos y prejuicios, que distorsionan el mensaje y agudizan los problemas. Existen ‘opinólogos’ para todos los gustos y sabores: políticos, económicos, sociales, oficialistas, de oposición, de izquierdas y derechas, o ambidiestros.
Los ‘opinólogos’, en todo caso, son hábiles con la palabra; no son penalistas pero juzgan a las personas antes de la sentencia, y en ocasiones se comprometen con la justicia; no son economistas, pero parten de diagnósticos y datos no verificados; no saben de política, pero hablan sin sentido, sin haber leído a Aristóteles ni a Montesquieu. Son reduccionistas. Y lo peor es que los ‘opinólogos’ escriben sobre lo que desconocen. Y este es un pecado mortal.
• El género de opinión
La ciencia de la comunicación define con claridad el género de opinión: es un texto personal sobre un tema o problema de la realidad, dirigido a un público específico, elaborado con técnicas expresivas comunes a un discurso estructurado. Mientras las noticias se centran en los hechos, las opiniones pueden partir de una noticia y son subjetivas. Ambas requieren procesos de investigación.
Según los especialistas, tres características fundamentales caracterizan al género de opinión: no trabaja directamente sobre los hechos; no transmite datos; y se ocupa de ideas y opiniones. Un artículo de opinión deduce consecuencias teóricas, políticas, económicas o culturales.
• Héctor Abad Faciolince y el ‘armamento retórico’
El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince propuso algunas recomendaciones para quienes ejercen el periodismo de opinión, durante la Feria Internacional del Libro en Quito, porque ‘si queremos tener influencia en el mundo contemporáneo, tenemos que revisar nuestro armamento retórico para llegar a los nuevos públicos’:
– ‘Estudia y practica.
– Verifica los datos.
– No seas esclavo de la actualidad.
– No te resistas ni te fuerces, hay que parar oreja.
– Salvo por alguna obra de beneficencia no escribas nada gratis, ni siquiera al principio de la carrera, así sea una cantidad simbólica.
– Todo artículo debe ser un ensayo breve.
– No trates a tus lectores como bobos ni como a genios.
– Haz que el lector se concentre, pero que no se rompa los sesos.
– Hoy en día los lectores opinan sobre tus opiniones y también tus colegas, no almuerces con políticos ni con poderosos, a menos que sean amigos de juventud.
– Perdónate los errores y las columnas fallidas.
– Tener una columna muy leída da un poder o lo daba.
– Estudia el tema, lee. Pon en cada párrafo una argumentación’.
• A guisa de conclusión
Opinar es interesante y un desafío. Interesante porque hay que leer intensamente, comprender los hechos y construir miradas, debidamente argumentadas. El género de opinión es un ejercicio intelectual invaluable, que tiene mucho de ética y estética. Y es un desafío porque, en el presente caso, se trata de llenar una silla vacía, que corresponde a la ciudadanía. Y no es fácil cumplir esta misión. Lo bueno es que el lector puede discernir: acordar o discordar. Y además calificar el escrito al final de la lectura.
La idea es que, en última instancia, el lector sea un ganador. ¡Y que los ‘opinólogos’ y ‘analistas’ se preparen y dejen de improvisar!