La Silla Vacía

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La educación de adultos en el Ecuador: un reto aplazado

El Ecuador ya no es un jardín de infantes. De acuerdo a informaciones oficiales, la esperanza de vida ha aumentado dramáticamente, gracias a la aplicación de políticas públicas en salud. Pero la educación de adultos es todavía un proyecto pendiente. Aportes de Irfeyal. Una propuesta.

Hoy en día, las personas pueden vivir sobre los 70 años de edad, y las mujeres más que los hombres, lo cual implica serios desafíos para la sociedad al tener un porcentaje importante de población de adultos mayores, que incide sobre la seguridad social, la educación y la calidad de vida.

CIFRAS Y AVANCES

Se conoce que el 25% de los adultos mayores aún es analfabeto, en 2014. De este porcentaje, el 58.2% corresponde a mujeres y el 41.8% a hombres.

Hay que reconocer que el Ecuador ha realizado esfuerzos para eliminar el analfabetismo. Una información de la Unesco establece que el país, desde 1950 a la fecha, ha reducido el analfabetismo en un 40%, pese a lo cual, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), ‘la tasa de personas que no saben leer, escribir ni sumar es del 6.7%’.

Un factor decisivo para estos avances en materia educativa han sido las políticas públicas aprobadas en referéndum, entre las que consta la ‘erradicación del analfabetismo y la educación continua para adultos’.

El Ministerio de Educación, a través del programa EBJA –Educación Básica de Jóvenes y Adultos- pretende atender a grupos prioritarios, como los adultos mayores, madres y mujeres embarazadas, hecho que fue reconocido a nivel internacional, en Bangladesh, al haber educado a 325 000 personas desde 2011.

APORTES DE IRFEYAL

Programas para jóvenes y adultos como IRFEYAL –Instituto Radiofónico Fe y Alegría, dirigido por los jesuitas, que hace poco cumplió 40 años de labor– constituyen aportes positivos y concretos para atender a este segmento de población vulnerable, que está ubicado en niveles de pobreza y pobreza extrema.

IRFEYAL ha orientado su accionar a la educación de nuevas generaciones anclada a la formación integral y centrada en el trabajo y la defensa de la vida. El paradigma pedagógico ignaciano –PPI-, en este contexto, es el fundamento teórico-metodológico, que ha sido no solo un estilo y proceso didáctico, sino una escuela de vida más allá de las escuelas, colegios y universidades, porque se inserta en la experiencia en una estrategia innovadora: los Ejercicios Espirituales ideados por San Ignacio de Loyola. Un principio rector de la educación jesuita es la fe y la justicia; por lo tanto, es o tiende a ser una propuesta pedagógica, de esencia humana y universal, de claras resonancias sociales.

Como se sabe, la educación de adultos se nutre de otras disciplinas como la Andragogía –Antropogogía o ciencia que forma a los adultos-; la psicología del aprendizaje; el constructivismo, que centra el accionar de la educación en el estudiante más que en el profesor; y los saberes didácticos que buscan la aplicabilidad de las ciencias según las necesidades de aprendizaje de los estudiantes.

NUEVA POLÍTICA EDUCATIVA

Una política para fortalecer la educación de adultos, en las diferentes modalidades, especialmente semipresencial o a distancia, unida inseparablemente a políticas de salud y de trabajo, es emergente. La radio, la televisión y la Internet son ahora herramientas necesarias para preparar a las nuevas generaciones, no

como dádivas, sino como derechos individuales y sociales, que merecen la atención prioritaria del Estado y de toda la sociedad.

Recuérdese que los aprendizajes duran toda la vida, y que la educación de adultos es un derecho y un deber correlativo; un derecho en tanto garantía constitucional y legal, y un deber en cuanto a la corresponsabilidad de la sociedad civil y el Estado, para emprender un desarrollo humano sostenible y sustentable, no solo para los niños y jóvenes, sino para todo el cuerpo social constituido por jóvenes adultos, adultos y gente de la tercera edad, con equidad de género.