Editor deportivo
Twitter: @titorosalescox
El entrenador que contratará y anunciará en los próximos días la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) se encontrará con un descrédito social y antipatía que existe contra la Selección. Ese fragoso escenario es el primer obstáculo con el que tendrá que lidiar el hombre que dirigirá las próximas eliminatorias.
La Tricolor ha venido en un tambaleo permanente en los últimos años. Ejemplos: la pelea inicua entre el entrenador Gustavo Quinteros y Carlos Villacís (expresidente de la FEF), alimentadas por la desacertada contratación del ‘Bolillo’ Hernán Darío Gómez, los nombres de los futbolistas del ‘piso 17’ y un sinfín de hechos que afectan la imagen de la organización.
Ya sea Jordi Cruyff o cualquier otro el elegido, es necesario que exista el convencimiento de parte de los dirigentes para lograr ese cambio trascendental que requiere la Selección, administrada al antojo de los seleccionadores y presidentes de turno, a través de la historia.
Para dar ese vuelco hay que cerrar ciclos, viciosos hasta cierto punto, como las licencias que le asignaban a los seleccionados, hasta para sugerir y vetar convocados, condicionar y administrar a su antojo el dinero de los premios por triunfos y empates, las cercanías con los representantes de futbolistas… Retomar ese control es necesario para la Federación, pero también está en la obligación de hacerlo sin revanchismos, imponiendo reglas transparentes, que sean públicas, que evidencien el real propósito o de lo contrario quedará en un simple enunciado.
El seleccionador requiere certezas para impulsar a la nueva generación de futbolistas.