La cantidad destruirá a la calidad
comentarista,
@guapodelabarra
Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, está empeñado en hacernos creer que más es mejor. Y por eso no deja de presionar para que el próximo Mundial se desarrolle con 48 selecciones, en lugar de las 32, como es habitual desde Francia 1998.
No importa que eso pueda desencadenar un conflicto geopolítico y militar en Medio Oriente porque Catar es víctima de un boicot por parte de sus vecinos, por lo que extender el Mundial a, por ejemplo, Kuwait u Omán haría saltar por los aires el equilibrio de la región. A menos, claro, que Infantino esté dispuesto a liderar una ofensiva diplomática que satisfaga a todos. Infantino, al parecer, está dispuesto a ser el nuevo Henry McMahon, el británico que unificó (con mentiras) a los árabes para enfrentarse a los otomanos en la Primera Guerra Mundial.
Infantino también quiere un Mundial de Clubes con 24 equipos para el 2012, con lo que terminaría de consolidar la tendencia de agrandarlo todo para sacar más dinero por derechos de transmisión y patrocinios. La ecuación más participantes dan más recursos es su bandera.
El problema es que la calidad está reñida con la cantidad. Miremos la Libertadores, convertida en un evento de segunda categoría desde que participan más de 40 equipos y que de reboté transformó a la Copa Sudamericana en una competencia prescindible. Hace rato que un campeón de la Libertadores no tiene sino mínimas opciones de ganar ante un monarca de la Champions League. Miremos a Ecuador, con una Serie A que luce demasiado grande para los 16 equipos que la disputan.
La calidad, sin embargo, es otra cosa. Es muy difícil que en una fase de grupos de un Mundial actual se puedan enumerar diez grandes cotejos. En México 1970, Brasil jugó en fase de grupos con Inglaterra (campeón reinante) y Checoslovaquia (finalista de 1962). Con Infantino, Brasil empezará ante Nepal.