El debate sobre Miller Bolaños no cesa: ¿es un crack, sobre todo para pedir 8 millones de euros?, ¿o estamos ante un nuevo caso de inflación de esos que tanto enamoran a los adictos a los espejismos? Resolvamos esto de una vez.
Primero, ¿a quién podemos calificar como ‘crack’? ¿Cuáles son los requisitos que debe cumplir un jugador para recibir este adjetivo anglosajón aplicado a alguien que es un ‘maestro’ de su oficio? Porque crack es literalmente una grieta, un estallido; pero en su acepción coloquial es para los talentosos de excepción.
Una cualidad obvia es el manejo de la pelota. La habilidad, la calidad -innata o no- con el balón es el primer requisito. Lionel Messi es hoy la encarnación de la técnica, a la que impregna su enorme dosis de talento (como sinónimo de facultades artísticas y mentales). Messi es la expresión máxima de lo exquisito que puede ser el trato a la pelota tanto para admirar como para anotar. De los cracks, es el rey, el referente, el modelo. Por supuesto que Miller no es Messi (nadie lo es) pero podemos convenir en que tiene talento para el fútbol. Eso no se discute.
Lo que está en duda es si Miller tiene la habilidad suficiente para jugar en alguna de las tres ligas más pesadas de Europa. Lo mostrado en Emelec (no importa el equipo de turno) no alcanza para pensar que tendrá éxito. Una cosa es en la Serie A (torneo repleto de equipos mal armados, hambrientos, a veces autoderrotados por anticipado) y otra en la Selección, con rivales de más peso y jerarquía, casi todos militantes en Europa.
Podrá decirse que Miller se faja en la Selección, pero ojo: el paso por la Tricolor es muy espaciado, mientras que en Europoa tendría que luchar cada siete días (o cada tres) con la élite todo el tiempo. Es bravo eso. Talentosos consolidados como Cristhian Noboa no han tenido la opción de jugar en España, Inglaterra o Italia. Con 25 años ya cumplidos, Miller ya estaría lejos de justificar los 8 millones de euros que se piden por él.
Pero un ‘crack’ debe tener otros requisitos para merecer ese apodo: son los valores. Disciplina, humildad, paciencia, respeto y humildad son los que forjan a los cracks. Bueno, hay gente que, amparada en su enorme talento, deja los valores de lado, como le pasó al magnífico George Best y luego al irrepetible Diego Maradona, genios con la pelota pero que la pasaron mal por su vida vuelta de cabeza.
Un crack es un ejemplo para los niños y Maradona no es precisamente el camino a seguir, aunque su celestial juego sí le merezca ser una excepción y merecer que le digamos ‘crack’, aunque su destino sea ser recordado tanto por su obra de arte contra los ingleses como por su jet set desbocado.
¿Bolaños es un ejemplo a seguir? Quizás. Su pasado por Barcelona, Liga( en la enorme Liga de la Sudamericana 2009 y las Recopas) y Chivas USA no son para recordar. Se dirá que su esfuerzo para buscar la redención en Emelec puede servir para un filme de superación de Hollywood, pero hay indicios de que incluso su victorioso paso por el Bombillo no todo es digno de novela de Paulo Coehlo.
Por supuesto, Bolaños sí tiene varios de los valores antes enumerados, aunque lo que discute es si realmente posee, por ejemplo, la suficiente madurez para ser el primero en llegar al entrenamiento y el último en irse, o si tiene la prestancia para comer banco y esperar su oportunidad, como Antonio Valencia, crack de cracks de Ecuador, ejemplo de profesionalismo en toda su dimensión.
Quizás la única manera de resolver este debate sea poner de una vez a Miller en Europa y verlo jugar. Kaviedes falló. Ulises no alcanzó a jugar en un club grande de Inglaterra. Méndez brilló mucho más en el PSV pero tampoco pudo pasar a un club de las tres grandes. En realidad, si Bolaños pasa a Europa, su agente sí debería ser llamado ‘crack’.