Ojalá, cada rincón del Ecuador fuera un pueblo mágico. Que no solo sean únicos, sino también limpios, es decir, sin basura; con agua, buena alimentación, una adecuada infraestructura; en fin, que dé gusto visitarlo.
Patate, Cotacachi y Alausí entraron a esa lista del programa del Ministerio de Turismo, para potenciar su vocación turística. Baños de Agua Santa, Zaruma, San Gabriel y Mindo están en ese camino.
Es una buena iniciativa, pero es indispensable contar con un proyecto más amplio, que involucre a más zonas turísticas del país, para ayudarlas a invertir y a mejorar sus servicios, en todo sentido.
Es frustrante llegar a algunas playas, cuyos impresionantes paisajes son opacados por la basura que aparece por donde se camine, por el pésimo servicio de los dueños de los restaurantes o por la mala comida. O lo peor: no tienen baterías sanitarias.
Ese mal está presente en la mayoría de los balnearios de la Costa, y también en destinos de la Sierra y la Amazonía, que tienen verdaderos atractivos, pero casi pocos servicios para los viajeros.
Son imprescindibles les inversiones para incentivar más viajes del ecuatoriano por el país, pero también para atraer al turista extranjero. Se necesita capacitar a los dueños de los emprendimientos, muchos de los cuales son nuevos, por este furor por ‘hacer turismo’. Es igualmente importante involucrar a los municipios y prefecturas, para desarrollar políticas y programas.
Varios de los gobiernos locales, especialmente de las ciudades grandes o intermedias, tienen experiencia en esta área y tranquilamente pueden ser facilitadores de los más pequeños. Hay algunas articulaciones en ese sentido, sin embargo, con poco énfasis.
Y más allá del programa estatal Pueblos Mágicos tenemos lugares impresionantes, con sus actividades muy tradicionales, sus casas coloridas, paisajes naturales bien cuidados y un trato agradable con el turista, donde los viajes terminan siendo mágicos.