El tema de la movilidad o transporte es siempre motivo de largas discusiones. Y una de las aristas es el tipo de vehículos particulares que se utilizan en el país.
Allí se encuentran, en distintos momentos, los autos híbridos y los eléctricos. Los primeros empezaron a comercializarse en el país hace casi una década y tuvieron su pico de demanda en el 2010. En ese año se vendieron 4 509 unidades, gracias a una serie de beneficios tributarios.
Luego la demanda disminuyó, aunque repuntó el año pasado hasta vender 3 390 vehículos. Estos modelos aprovechaban una política pública con enfoque ambiental y estaban libres del pago del IVA. Pero las cosas cambiaron y desde el pasado 1 de septiembre su precio incluye ese tributo.
¿El motivo? la Ley de Fomento Productivo dispuso que se grave con el 12% del IVA a estos vehículos. Las autoridades calculan que con esta medida se recaudará cerca de USD 9 millones.
Atrás quedó la política tributaria y ambiental que, en teoría, impulsaba la oferta de estos vehículos que son menos contaminantes. Se impuso la necesidad recaudatoria del gobierno, frente a una tendencia de transporte probada a escala mundial y evidentemente más amigable con el ambiente.
Ahora el temor es que la misma medida de fijar el IVA se aplique con los vehículos eléctricos. Si bien este segmento aún es marginal en el negocio automotor del Ecuador, también es cierto que es un sistema con mucho más potencial que los autos híbridos. Para muestra basta mirar hacia Europa, China o Estados Unidos en donde los vehículos eléctricos tienen cada vez mayor demanda.
El tema va para largo y no basta con justificar la aplicación de un tributo para salir de un bache. Es obligación de toda la sociedad pensar en el largo plazo y desarrollar políticas públicas y modelos de comportamiento – en el que se incluye la manera en la que nos transportamos- que motiven el uso de medios de transporte sostenibles.