Las labores a nivel comercial e industrial no se vieron alteradas durante la jornada política. Al final del día, el balance ha sido de un mínimo impacto, según el representante de la Cámara de Industrias y Producción, Richard Martínez. “No tenemos información exacta, pero, de lo que sabemos, la actividad fue prácticamente normal en comercios e industrias de la ciudad”.
En efecto, tanto en el norte como en el sur de Quito, los negocios, empresas y bancos trabajaron sin sobresaltos. Únicamente, cerraban sus puertas minutos antes del paso de las marchas y las abrían luego de que pasaban.
Así ocurrió con instituciones como el Banco Pichincha, Banco Internacional o Servipagos, en la avenida Maldonado, en el sur, que decidieron suspender su atención por espacio de 30 minutos a una hora. “Solo es mientras pasa la marcha. Por eso, la gente hace fila afuera”, dijo el guardia de una entidad bancaria.
Lo mismo explicaban los ejecutivos de las varias concesionarias de automóviles a lo largo de la avenida Maldonado, quienes cerraban las puertas y salían a la acera a tomar fotos de la marcha.
Quienes aprovecharon la movilización de ayer fueron los vendedores ambulantes. Por ejemplo, al inicio de la marcha indígena, en Guamaní, Pablo Loor, quien todos los días vende, entre las 06:00 y las 08:00, USD 25 en empanadas de verde y café (USD 0,60 el combo), ayer vendió casi USD 40 en el mismo tiempo.
El mismo éxito tuvieron los “bolos” Bon Ice. Uno de sus vendedores había acabado su canasta de alrededor de 100 unidades. “Ha sido un buen día”, señalaba.
Algo que no compartió Ramiro, el vendedor de pitos a USD 1, que prácticamente se quedó con toda su oferta “porque los indígenas no tienen plata para pagar”.
Del otro lado de la ciudad, la tónica fue similar. Negocios que cerraban únicamente al paso de las marchas, mientras los informales hacían su agosto. Así, a Francisca Perugachi le faltaban manos para vender los platos de arroz con pollo, papas y ensalada que preparaba en una cocineta industrial en el parque de El Arbolito, ubicado en el centro de Quito.
Allí se apostaron simpatizantes del Gobierno, que llegaron de varias provincias en buses fletados. A las 09:00, un simpatizante de Salitre pidió a Perugachi cinco platos. Cada uno valía USD 2, dijo la vendedora que llegó la noche del pasado miércoles.
“La venta está muy buena. Son las 09:30 y estoy por retirarme”, dijo. Comercializó aproximadamente unos 100 platos.
En el lugar eran más de 70 los comerciantes de gorras, paraguas, comida, bebidas, pitos, banderas, entro otros.
Los vendedores proliferaron a tal punto que la Policía Metropolitana, según dijo uno de los uniformados, no se daba abasto para controlarlos. Se limitaron a decirles que no salgan del parque.
“Primera vez que vengo a vender en una manifestación. Llegué hace dos horas y, de los 60 sombreros que traje, he vendido unos 12. La cosa está regular”, explicó Luis Gunachanga. Otros, como una vendedora de chicles, decían que la venta estaba mala.
“La gente ha venido chira”, aseguraba enojada, mientras se escabullía en medio de la multitud.
El gentío del sitio contrastaba con el vacío en las calles aledañas. Mejor Sonido y Pantera Custom Motorcyle Desing ni siquiera abrieron la mañana de ayer. Los bancos de la zona, hasta las 12:00, atendían normalmente. Al paso de la marcha, cerraban las puertas y luego las abrían.