El Tiempo Colombia, GDA y AFP
Desde hace un mes, una camioneta del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) circula por las vías del Valle del Cauca, usando etanol de yuca como combustible.
En 2003, brasil lanzó el ‘flex’
La tecnología de uso de etanol como combustible vehicular tomó auge en Brasil a partir de 2003, cuando se introdujeron en el mercado los vehículos de combustible flexible, conocidos como ‘flex’, capaces de operar con cualquier mezcla de gasolina y etanol.
En abril de 2009 se calculó que la flota de vehículos ‘flex’ en Brasil superó 7,5 millones de unidades, que salen al mercado adaptados para funcionar con una combinación de 86% de bioetanol y 14% de gasolina.
El biocombustible, que contiene entre 4 y 5% de agua, se produce en una planta piloto de procesamiento de etanol hidratado –en pequeña escala– que utiliza yuca, sorgo azucarero y batata como materias primas y con capacidad de 300 litros diarios.
El automóvil fue adaptado de un modelo comercial con un motor capaz de utilizar el combustible, que es producido en una planta piloto cuyo modelo se espera implementar en otras regiones del continente.
“El vehículo ya lleva recorridos 700 km, sin sentirse el cambio en el rendimiento del motor”, dijo Bernardo Ospina, director del Consorcio Latinoamericano y del Caribe de apoyo a la investigación y al Desarrollo de la Yuca (Clayuca).
La conversión del vehículo se hace mediante la instalación de un equipo que permite que funcione con etanol, con gasolina o con una mezcla de ambos, en cualquier proporción. “Lo recomendable es una mezcla de 85% de bioetanol y 15% de gasolina, pero el ensayo lo estamos haciendo con el 100%”, agregó Ospina.
El etanol también puede ser utilizado para obtener electricidad por medio de una planta estacionaria que demanda cuatro litros por hora.
La producción del biocombustible hidratado en la planta piloto de CIAT y Clayuca, es la base de una metodología de trabajo denominada biorrefinerías rurales sociales, que por su bajo costo de instalación y operación pueden ser de ayuda para las comunidades rurales que carecen de energía eléctrica.
“La yuca se puede volver un cultivo más competitivo, más eficiente con el medioambiente”
Bernardo Ospina, clayucaLa materia prima que se utiliza no compite con productos para la alimentación humana, pues se trata de variedades de yuca industrial (amarga y no comestible) desarrolladas por los investigadores del CIAT y con alto contenido de almidón. Asimismo, se utilizan los tallos del sorgo azucarero y batata, un cultivo andino poco aprovechado para la alimentación en Colombia.
El propósito es obtener una “modificación genética del almidón de la yuca para aumentar los azúcares libres”, de tal manera que sea más eficiente en la producción de biocombutibles, explica Paúl Chavarriaga, responsable del proyecto.
En las instalaciones del CIAT en Palmira, vecina a Cali, se encuentran los cultivos de yuca, que tras su extracción es sometida a un proceso de secado y convertida en una pasta a la que se hidrata para obtener el combustible.
El concepto de biorrefinería rural social busca motivar el aprovechamiento total de las materias primas, pues además producir etanol, con los residuos que pueden ser contaminantes se están elaborando bloques nutricionales para el ganado y fertilizantes para los suelos.
“Una comunidad rural que carezca de energía eléctrica, puede destinar entre 3 y 5 hectáreas para la producción de yuca como cultivo energético. Esta producción sería suficiente para tener energía eléctrica durante todo el año, por un período de 6 horas diarias”, concluyó Ospina.
El principal productor de yuca en América Latina es Brasil con 26,4 millones de toneladas, equivalentes a 12,5% de la producción mundial, seguido por Paraguay (2,6) y Colombia (1,8). En el mundo, los principales productores son Nigeria (34,6 millones) y Tailandia (17,7 millones) .