Los venezolanos no solo llegan a Ecuador en busca de empleo. Invertir también se ha convertido en una alternativa.
Roberto Vásquez, de 34 años, era dueño de una empresa de plomería y electricidad en Caracas. Cerró el negocio, vendió su camioneta y su moto, y se vino a Ecuador.
Salió de Venezuela en autobús y con USD 3 500 en su maleta. Llegó a Guayaquil el 22 de septiembre pasado y un mes después abrió el restaurante Los Chamos, en Sauces, en el norte de la ciudad portuaria.
Este interés en busca de nuevas oportunidades también se refleja en un aumento de la inversión extranjera directa, que llega desde ese país a Ecuador. Entre enero y octubre ingresaron al Ecuador USD 10 millones desde Venezuela, cinco veces más de lo recibido en iguales meses del 2016 cuando se registraron USD 2,5 millones.
Hasta el 2015, el 70% de la inversión venezolana en Ecuador se destinaba a la actividad petrolera, especialmente para el campo Sacha, donde tenía una participación la empresa estatal venezolana Pdvsa.
Tras su salida de este bloque, la inversión en esta actividad se redujo a cero. Pero los capitales que llegan a los sectores de comercio y manufactura crecieron. El 95% de los recursos que llega ahora es a estas actividades económicas.
La diseñadora de modas venezolana, Laura Villagómez, arribó a Ecuador el 9 de noviembre del 2016 y empezó a confeccionar ropa a la medida.
En noviembre pasado abrió el emprendimiento Diyclub, junto a las ecuatorianas Daniela Armendáriz y Lelis Triana, para capacitar a emprendedoras y dueños de fábricas textiles en la elaboración de ropa interior y trajes de baño.
Para ello, invirtieron en cinco máquinas de coser e insumos (la mayoría ecuatorianos). La inversión inicial fue de USD 4 500.
Diyclub tiene dos locales, uno en Quito y otro en Guayaquil, y en marzo abrirá uno adicional en Sangolquí (Pichincha). Villagómez tenía en Venezuela un taller de costura con 10 empleadas y dos tiendas. Pero aunque trabajaba entre 14 y 16 horas diarias “nunca tenía dinero, ni para comprar un pollo asado”.
Laura Villagómez emprendió en el área de manufactura. Foto: cortesía.
“Trabajes lo que trabajes no te alcanza para nada porque Venezuela tiene la inflación más grande del mundo”, dice. Vendió el taller y una tienda para “juntar algo de recursos” y empezar una nueva vida en Ecuador.
Daniel Regalado, vocero de la Asociación Somos Venezuela en Ecuador, explica que las inversiones también se concentran en restaurantes y panaderías.
La razón está en que estas iniciativas generan liquidez inmediata y una rápida recuperación de costos.
En el restaurante Los Chamos trabaja casi toda la familia Vásquez. Roberto decidió traer a su mamá, porque ella “tiene la sazón” y prepara desayunos y almuerzos.
Por ahora lo que obtiene del restaurante, unos USD 600 al mes, lo destina a cubrir los gastos del negocio y de su familia, pero espera que las ventas aumenten. “Hay que creer en uno mismo, en que sí va a funcionar”, dice Roberto con optimismo.
Vásquez decidió escoger Ecuador como destino porque sus suegros son de nacionalidad ecuatoriana. Habían emigrado a Venezuela a mediados de los noventa, cuando el país estaba en guerra con Perú, y fue la mamá de Roberto quien les alquiló un piso. Ahí conoció a su esposa.
Ahora la situación se invirtió, porque esta vez fueron sus suegros quienes los acogieron.
El número de venezolanos que decide quedarse en Ecuador aumentó. Según datos de la Subsecretaría de Migración del Ministerio del Interior, el 21% de los venezolanos que arribó en el 2017 no registró su salida. Ese año se quedaron en Ecuador 61 138 ciudadanos, 12 veces más que en el 2015, cuando la cifra fue 5 144.
Uno de ellos fue Ángel Buda, que desde hace más de 15 años se dedicaba a los negocios de comida rápida en la ciudad de Barquisimeto, en el occidente de Venezuela. Cuando decidió emigrar al Ecuador, lo hizo pensando en emprender.
Consultó entre conocidos precios de arriendo de locales y de insumos en Ecuador, y así fue armando un presupuesto. “Escogí Ecuador porque tiene costumbres similares y una economía estable y hay seguridad”.
Ángel pisó el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito junto con su esposa y un hijo de nueve meses, el 14 de noviembre pasado.
Un mes después inauguró el establecimiento de comida Ilfanático, en la plaza de comida Boho Park, ubicada en el norte de Quito. La inversión que requirió fue de alrededor de USD 15 000.